Oigaseñoraayquelollevobaratooooo!
Tres...dos...uno....chin pon!
Encendemos un cerro de bombillas, y ale, que ya es Navidad.
Empiezan las cenas, comidas de trabajo, de amigos de 1º de EGB (si, yo hice EGB...)... y resulta que a parte de dejarte una pasta, terminas compartiendo mesa y mantel con todo perro pichi, si no te toca justo en frente a esa persona que tienes atragantadita y con la que no cruzas más que cuatro palabras intentando enterarte de lo que pasa en el resto de la mesa. Y, claro...a sonreir, coño!, que para eso es Navidad.
Y hay comidas que dan pereza, y otras por compromiso... y .... y qué hartura, leche!
Bueno, de entre todos estos saraos, la verdad es que hay alguno que si que espero con cariño, y uno de ellos, es la cenita de niñas de esta noche.
Sin grandes pretensiones, el sitio no importa y el menú es lo de menos. Sé que voy a echar unas risas, de esas que te dejan burbujitas en el corazón para unos días y te ayudan a seguir pensando en que, en el fondo, tienes alma de teenager un poco gamberra.
Y como si un parche la tapase, tengo la boca cerrada y entumecida. Y no se si finalmente se abrirá para soltar un ligero sonido parecido a nada, o va a soltar la tormenta de gritos encerrados que gaurda.
Tengo la garganta hecha callo y el estómago más bien cerrado. Y no sé si es de asco, de cansancio, o de ansiedad.
Todo se hace costumbre, hasta lo que no te gusta y es tan asquerosamente adaptativo, que terminas olvidando lo que en algún momento te divertía.
Ando engrasando las cuerdas vocales para cuando surta efecto la cafeína que ingiero pueda vocifear en la oreja de todo/as los/as cabrones/as que me andan amordazando: trabajo, sabandijas, machistas, resabiadas, demagogos y paternalistas....