El llegar a la conclusión de que envejezco no es demasiado loable, ya que irremediablemente, todo el mundo lo hace.
Lo que pasa es que quizás mi envejecimiento sea más interior que exterior. Vale, veo mis fotos de hace un puñadito de años y empiezo a sentir un pellizco en la tripa porque me doy cuenta de que algo he cambiado, pero no es exactamente eso a lo que me refiero.
Creo que de alguna manera la Srta. Grache ha dejado en algún momento tirado por el camino un montón de cosas, como si de trapos viejos se tratara, y las ha perdido y ya no sabe dónde encontrarlas.
A veces aparecen chispitas por algún lado, se me escapan por la comisura de los labios, o por el pelo electrizado, que me hace volver a sentir que soy un bicho inconformista, revoltoso, bocazas y alocado. Pero estas ocasiones son contadas y, para mi disgusto, poco frecuentes.
¿Me habré aburrido?, ¿me habré dado cuenta de que ya no me apetece jugar a trabajar para pagar?, ¿dónde está el tiempo infinito desparramado en paseos por la calle hacia ningún sitio?, ¿la espontaneidad de aparecer en cualquier sitio sin más consulta que a mis zapatos?.
¿Soy vieja por dentro, o me he dejado ganar?
Estoy buscando algo que quede entre sus majestades los Reyes Magos de oriente y yo.
Y fíjate por dónde que he encontrado esto...que no sé qué leches es...pero....ME LO PIDO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!