Y como si un parche la tapase, tengo la boca cerrada y entumecida. Y no se si finalmente se abrirá para soltar un ligero sonido parecido a nada, o va a soltar la tormenta de gritos encerrados que gaurda.
Tengo la garganta hecha callo y el estómago más bien cerrado. Y no sé si es de asco, de cansancio, o de ansiedad.
Todo se hace costumbre, hasta lo que no te gusta y es tan asquerosamente adaptativo, que terminas olvidando lo que en algún momento te divertía.
Ando engrasando las cuerdas vocales para cuando surta efecto la cafeína que ingiero pueda vocifear en la oreja de todo/as los/as cabrones/as que me andan amordazando: trabajo, sabandijas, machistas, resabiadas, demagogos y paternalistas....