Se me cae el amla a los pies cuando arrivo a casa.
Me han dicho que será cuestión de mes y medio, pero empiezo a dudarlo... una reforma integral que me ha hecho abandonar el hogar, porque empiezan a faltar las paredes y a sobrar escombros, polvo y cascotes. (Totalmente verídico y nada exagerado: a día de ayer desde la cocina se veían los cristales de la terraza del comedor... todo lo que había en medio ha desaparecido).
Mi gata sigue allí, saltando feliz entre la mugre, porque no me la puedo llevar.
Cuando voy a verla se tira encima pidiéndome con los ojos que la saque de allí, y yo, al cogerla, noto que tiene las pelijas llenas de pintura y polvo...POOOBRE FIONA!!!.
Me siento mala madre.
No puedo más. Sueño con cenefas ortesísimas que invaden mi cocina, muebles que al final están rotos, obras interminables...
En la última semana he quedado con más hombres que en un año entero: el ventanero, el orbrero, el reformero, el hijo del de las puertas, el de los muebles, ... no me deja de sonar el móvil hasta las tantas... Por lo que más queráis! dejadme un poquito descansar!!!
Este finde, a parte de otras cosas menos relajadas, he ido al cine a ver "Inside deep trhoat".
Versión original subtitulada, bastante seguible para personas no muy dominantes de la lengua inglesa, como es mi caso.
Si os apetece conocer hasta dónde llega la moral hiperconservadora de la América de los 70 de Nixon, tan semejante a la actual y los entresijos de la película porno más rentable de la historia, es altamente recomendable.
Un mito del que no tenía mucha idea y que me ha sorprendido bastante.
Ayer el día desfiló ante mis ojos de atropeyo en atropeyo, al igual que una de esas películas en las que por momentos el protagonísta se va metiendo en una espiral de líos a cual más gordo.
Sólo quería llegar pronto a casa y descansar, encerrarme y que nada más me pudiese suceder.
Cansada, enfadada, triste y jodida... ese sería un buen resumen.
Sólo una nota:
Este es el aspecto que presenta el morro de mi pobre peugeotito después de empotrarlo contra un 4 * 4... ahora está en el sanatorio para que me lo devuelvan curado, previo pago de un pastón.
Me gusta este chico...
¿Alguien sabe dónde puedo encontrarlo???
Anoche, a última hora, bajé a la calle a tirar un montón de trastos viejos, y Fiona, mi felina, tiene la manía de salir corriendo escopetada a comerse las plantas de mi vecina (supongo que a ella no le hará mucha gracia). Así son los gatunos.
Pues ayer no iba a ser menos, y claro, yo bajé cargada, y subí exhausta.
Me fuí a dormir cansadísima y creo recordar en sueños que la oía maullar, pero como a veces le da por las fiestas nocturnas, y se tira la noche saltando y corriendo por la casa (pooobre lokita, ¿a quié habrá salido esta animalita?), pues no le presté desamiada atención.
Esta mañana mi compañera de piso al abrir la puerta de la calle se la ha encontrado aterrada en el felpudo.
Se ha tirado toda la noche maullando para que le abriésemos la puerta. Ella misma se ha dado cuenta de que no es tan intrépida, y que en el fondo los felinos son muy asustadizos. La gatita aventurera se ha quedado muerta de miedo al pasar la noche en un felpudo externo a su reino hogaril.
Esta mañana, al salir al trabajo, ha pasado olímpcamente de las plantas de mi vecina, es más, la pobre no ha asomado ni el ocico... con una noche entera de juerga fuera de casa le ha bastado.
Déjame como tábula rasa, sin más ni menos, sola,
para no tener que soportarla, ni siquiera el peso
y no tener que comparar, medir, creer, volver, sufrir...
La traición pesa como losa inmersa en infectos nudos.
Una sábana blanca para sumergirla en tintes, y evitar que impurezas de manazas estériles decoloren los tonos.
Y borra caras, lugares, rarezas, tonos mediocres, sinsabores, miradas odiadas, desaires y rarezas.
Limpia, olvidada, lejana y purificada.
Casi rozo los treinta, bueno, a parir de noviembre estaré a un sólo paso.
Entonces pasa que la gente de veinte te ve mayor, no te excluye, porque en los veintitantos andamos tod@s, pero al alza.
La gente de treinta y tantos te ve jovencita, no una niña, pero aun jóven. No te excluyen, pero estás a la baja.
Y yo me miro al espejo, y me veo igual que siempre. Y miro fotos, y digo: leches, a ver si esto si que van a ser las arruguitas de expresión de los ojos. Pero vamos, que de toda la vida he arrugado toda la cara para reirme.
Pues es que yo me veo como siempre. No soy una adulta consagrada en su empleo, que haya triunfado profesionalmente, porque aquí sigo sin vender una escoba.
No tengo marido.
No tengo hijos.
No gano una pasta.
Me sigue gustando bailotear, escuchar música, el metaleo, los conciertos, viajar, comer bien (aunque yo no es que me dedique tiempo a guisarme), besar y que me besen, los trapos
yo que sé, que digo yo que no me veo yo cambio de mujer adulta.
Ya me veo con una pila de años, militante del comando resistiré, vestida como una teenager
(bueno, no, exactamente esta descripción se correspondería más con Anita Obregón, a la que no tengo el gusto de parecerme ni querer hacerlo en nada).
Lo que te puedes cruzar a las 8 de la tarde, caminando por las Rozas...
(Mamá jabalí rastreando por la acerca de esas de terrazas veraniegas en busca de panchitos, restos de calamares u otros piscolabis).
(Recua de cochinillos pertenecientes a la primera ejemplar)
Necesito ese preciado oro impalpable, el OXÍGENO.
Ese que falta en mis pulmones últimamente y me cuesta encontrar en los ambientes que me rodean y se tornan irrespirables.
Busco una silla que no me enclave y me torture como esta a la que me someto a a diario, y un pensamiento que me refresque los resquicios oxidados por clavos retorcidos.
Quiero volver a olvidarme, a conciencia, del sabor amargo en la garganta, de las ojeras cetrinas, de la impaciencia, del no puede ser, de la gente necia y mezquina...
(Momento de receso, corto en el tiempo, necesario y suficiente para escupir un mal pensamiento. En unos instantes me pinto la sonrisa...)