Me sigo sorprendiendo a mí misma.
A pesar de no esperar nada, en principio, de nada ni nadie, a veces, sigo sorprendiéndome de la gente. Y por un lado es bueno, ya que creo que mantener la capacidad de seguir sorprendiéndome me hace sentir viva, aunque sea de cosas no muy positivas.
El caso es que si tienes manos, cuenta con ellas, si acaso, con los dedos, pero si crees poder contar con algo más, clarinete lo llevas...
No hay tiempo, ni espacio. La vida te enguye en sus trámites, porque el trabajo es el trámite diario que casi solapa días y atardeceres-noches que te impide vivir realmente.
Supongo que esos trámites son los que nos hacen tener una amnesia colectiva y selectiva para detrminados temas.
Estoy a punto de inicairme en las técnicas de inmersión en la amnésia cínica-colectiva para sentirme igual de bien que el resto del mundo, sin conciencia ni empatía, en la que vivir más felizmente, sin preocupaciones ni valores