Hastiada de gente extraña, que se empeña en diferenciar, que escupe largas listas de apelativos, descalificativos y opiniones demagógicas, que a base de repetirse parecen convertirse en tenebrosas certezas.
Grandes distancias que se acentúan con la ignorancia, la prepotencia que encubre al miedo y sobre todo... la pobreza de espíritu.
Felicidades, hoy, mujeres del mundo.
Felicidades también a todos los hombres del mundo que no se encuentran dentro de la descripción anteriormente citada.