Ayer por la tarde por fin me probé mi vestido.
Ya había elegido, ya me había probado el de la tienda, pero el de ayer ya era el mío.
Estaba atacada de los nervios, no sé por qué, pero esta vez estaba acelerada. También estaba deseando que me viera con él mi hermana. No había podido verme hasta ayer, y la verdad, era quien más quería que estuviese conmigo.
Por eso ayer me emocioné. Estaba pendiente de su cara, de si le gustaba, de si me veía bien... y como buena hermana, no fue nada objetiva, porque es el vestido más bonito y la novia más guapa que ha visto jamás. Si mi madre me hubiera visto hubiera dicho lo mismo.
Ayer fue un día muy bonito.