Por un lado, coger el ritmo de lo cotidiano tiene algo de atractivo para mí, quizás en el fondo necesito automatizar algo en la vida. Por otro, no me apetece enfundarme en un pantalón serio y volver a la oficina, a cubrir mi cara del tono blanco verdecino que me acompañará hasta los nuevos rayos de sol del año que viene.
A veces creo que realmente durante esos días que estamos al margen del trabajo es cuando nos encontramos con nosotros mismos y cuando tenemos que volver, nos suena a gato salvaje al que de repente cuelgan en collar con el cascabel.
Ya veré el lunes... de momento, sigo vacacioneando...
De vuelta y vuelta....
Bienvenida y ánimo