No estaba para gastarme dinero, la verdad, últimamente ando a rastras por los pagos del recién unahugurado y customizado hogar.
No me quejo, claro, porque al menos estoy viendo cambios, pero es cierto que para el resto de necesidades ando pegadita.
Pero bueno, era domingo, hacía solete, paseaba por el Rastro
y caí en la tentación.
Más bien no elegí la adquisición, sino que creo que fui elegida por ella.
De todos los anillos que había en el puestecito sólo me gustó uno con una piedra grandota de ojo de tigre.
Me lo probé, y bueno, parece que era el único que me valía. Pero cuando intenté quitármelo, no hubo manera
se me había encajado en el dedo.
El señor del puesto, me dio un aceite de esencia bonísimo para poder sacarlo. Después, seguí mirando otros anillos, pero sólo me había gustado ese. Mientras buscaba entre el resto, el señor había amoldado un poco el anillo con una herramienta especial para hacerlo un poquito más curvado, mientras me decía que era un anillo de la India y que allí lo de las medidas es un poco raro
Pues bien, volví a probármelo, y esta vez si podía sacarlo.
Así que como el anillo se empeñó en estar en mi dedo, no tuve más remedio que llevármelo.
Según el señor vendedor, evita el mal de ojo y a trae la buena suerte. A mi lo que me gustó fue la piedra.
Por la tarde, en la Casa de Campo, de alguna manera que desconozco, al volver hacia casa, me dí cuenta de que la piedra enorme de ojo de tigre había salido volando del pobre anillo. Y me quedé algo triste, aunque por insistir no iba a a quedar el asunto. Así que volvimos sobre nuestros pasos, y ya a punto de dar media vuelta y dejarlo por imposible, entre otras muchas piedras, apareció la de mi anillo
volvió a su lugar de origen, y al llegar a casa lo pegué con un superpegamento de esos que si te descuidas te adhieres para toda la vida al objeto que manipules.
Por alguna razón, y a pesar de las trabas ( y de mi poca creencia en fenómenos extraños), creo que este anillo tenía que estar un tiempo conmigo y nos hemos empeñado ambos en que así sea.
Que sea como ese, que compramos unas navidades en los puestos de aluche, cuando Vicky estaba aquí, y que siempre llevas puesto...
Apegos.