13 de Enero 2006

¿SOMOS TAN LIBRES?

¿Hasta qué punto somos libres de las opiniones de los demás a la hora de tomar nuestras propias decisiones?
¿Somos tan libres como pensamos que somos?
¿Son los demás un ente, una masa sin rostro que tiraniza nuestro modus vivendi?, o por lado cotrario, ¿los “demás” se forjan a partir del vecino más cercano?
Cuando hablamos de Sociedad siempre tendemos a pensar en global, de nadie en particular, de corrientes de personas que se mueves hacia un lado u otro. Y llevamos las mismas marcas de vaqueros, las mismas tendencias en peluquería, comemos alimentos similares, llevamos estilos de vida similares, o diferentes, aunque dentro de un abanico no muy amplio de selección.
Hasta aquí se puede deducir que no hablo más que de globalización, o de lo libres o no que realmente somos. O quizás de rasgos culturales, que nos definen de una manera determinada frente a otras culturas.
Hay otra cosa que me preocupa al respecto también, y supongo que va unida a esta línea, pero en un tono más emocional e intimista.
Ayer fui a ver una obra de teatro que me hizo desempolvar algún fantasma que llevamos muy bien camuflado y asumido entre la masa: la discriminación.
En este caso era una discriminación por el peso.
¿Cuántas veces hemos hecho una coña con alguien que pasaba a nuestro lado de peso elevado?, ¿cuántas veces nos hemos quedado mirando a alguien por lo llamativo de su volumen?... cuando eso pasa una vez, puede desagradar, pero cuando personas diferentes, en cualquiera de las vertientes del concepto, se enfrentan a diario a miradas, comentarios, desplantes, risas, burlas, desprecios… supongo que debe volverse un modo de vida bastante duro.
No debemos olvidar que podemos estar a un lado u otro de la discriminación de una forma muy fácil.
Pero ahondando más en el tema, ¿hasta que punto la presión social nos hace entrar en la dinámica de detestar a quienes se supone que debemos detestar?.
¿Nos da miedo lo que odiamos o convertirnos en ello?
Razones de peso, sexo, color, economía, país de origen…

¿Hasta qué punto alguien te quiere para defenderte delante y detrás, ante cualquiera, sean cuales sean las opiones de las personas más cercanas y que ejercen más presión sobre un individuo?.
¿Somos realmente libres cuando un simple comentario frívolo de un colega a cerca del sexo contrario, o hacia tu propia pareja, que ridiculiza o influye negativamente, es reido con ironía, o en el peor de los casos, influye en seguir marcando el matíz discriminatorio?...

¿Hasta dónde sacarías la cara por alguien??

<__trans phrase="Posted by"> grache <__trans phrase="at"> 13 de Enero 2006 a las 02:23 PM
<__trans phrase="Comments">


Me quedo con la pregunta final.
La sacaria sin duda hasta el final por gente que me merezca la pena y sea de confianza plena.

Ridiculizar a alguien es sencillo, pero la pregunta es, sabemos aceptar ese mismo ridiculo en nosotros mismos???

<__trans phrase="Posted by:"> Princesa <__trans phrase="at"> 13 de Enero 2006 a las 04:11 PM
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