La Caja de los Truenos

DE ESTRENO

Estreno edad desde ayer.
En la disyuntiva de celebrar o no la fiesta, por pensar que me daba pereza, decidí celebrarlo con disfraces.
Doy un 10 sobre 10 a tod@s l@s amig@s que se acercaron la noche de hallowen a casa.
Se disfrazó todo el mundo, unos tremendamente currados y glamurosos (como mis gatitas parías) y otros según iban llegando se ponían la cara como un cristo con lo que pillaban.
Risas, música ruidosa de la que no le gusta a mi Princesa, sangría… Micky (alter ego del testigo) enseñando calcetines blancos mientras bailaba “Thriler”, ángeles caídas de lágrimas negras y alas rotas (rotísimas), zombis destrozados de caras irreconocibles, brujísimas con guantes de terciopelo y pelucas guapísimas de la muerte, miembros de la familia Adams con pintas de cantaores flamencos, vampiros desfasados que se enganchaba la capa en las verjas, dos pandas de donostiarras, vecinos… guirnaldas de esqueletos y muchos gusanitos.
Las que no se disfrazaron, como el trío de hermanas locas, hicieron vida social con todo el mundo, a pesar de no conocerse.
Después de la juerga transportada en taxi por Madrid, y borrachera como mandan los cánones, la resaca me ha dejado muerta de verdad, pero no sin ganas de celebrarlo de nuevo con la familia.
Más gusanitos y guirnaldas… y más disfraces… hacía muchísimo que no me reía tanto (sobre todo al ver a mis sobrinos y hermanos ataviados con gafas enormes, guitarras, pelucas a lo flower power con plataformas, faldas… y streap tease al lo full monty. Creí que me moría!). Tanto los mayores como los enanos terminamos bailando ABBA y haciendo el mono.
Una vez más, GRACIAS a tod@s. Me habéis hecho pasar un puente frenético, intenso y muy divertido.

(Como aún no hay imágenes en mi poder del evento, me permito robarle la foto del blog a mi Princesa con un regalo que llevaba puesto, y con nanete al lado).